Planetas extrasolares.

“Conviene estar preparados a la noticia de que se ha descubierto un planeta no muy lejano en el que es probable que exista vida tal y como la conocemos”

Está comprobado que la ciencia y la tecnología se apoyan la una en la otra y logran así generar lo que yo llamo una “espiral creadora”: la investigación científica posibilitada por nueva tecnología permite incrementar nuestro conocimiento de la Naturaleza, conocimiento que incide, a su vez, en la mejora de la tecnología. Afortunadamente, no parece probable que esta espiral creadora termine pronto, si la humanidad es lo suficientemente sabia como para moderar el impacto de la tecnología. Necesitamos una tecnología civilizada, y no salvaje, como a veces sucede, para preservar nuestro planeta.
Hablando de planetas y de tecnología, si hay una ciencia que se apoya en el avance de la tecnología es la astronomía, a la que estuvo dedicado el año 2009 que acaba de terminar. Sin el aumento de la capacidad de detección de los instrumentos astronómicos, esta ciencia no podría avanzar, porque, como sucede en la mayoría de las ciencias, lo fácil de descubrir, a estas alturas, ya ha sido descubierto, y lo difícil, que sin embargo puede ser fundamental, requiere de grandes medios para serlo. Por esta razón, la investigación científica, y por supuesto la astronómica, necesita a su vez del progreso tecnológico para progresar.


¿HAY VIDA AHÍ FUERA?

Pero ¿queda algo importante por descubrir en astronomía? ¿No sabemos ya lo suficiente sobre nuestro Universo? En mi opinión, y en la de muchos otros científicos, desde luego que queda mucho por descubrir. No sabemos, sin ir más lejos, si existen otros planetas similares al nuestro que puedan albergar vida en la inmensidad del espacio exterior. No lo sabemos porque averiguarlo es muy difícil. Los planetas como el nuestro son muy, pero muy pequeños, en relación a la talla de las estrellas alrededor de las que orbitan. Además, la luz que reflejan de su estrella es hasta 100.000 veces menor que la luz que nos llega directamente de ellas, por lo que es extremadamente complicado detectarlos con los instrumentos y técnicas de detección de las que disponemos hoy.

No obstante, la tecnología comienza a encontrarse madura para iniciar una búsqueda seria de planetas extrasolares, es decir, de aquellos que no se encuentran en nuestro Sistema Solar, y me atrevo a predecir aquí que bien antes de que acabe el siglo XXI, si nuestro planeta sigue “vivo”, la humanidad dispondrá de una estimación estadística precisa sobre cuántos posibles planetas podrían albergar vida en nuestra galaxia, y cuántos podrían albergar una civilización, aunque fuese una civilización primitiva que todavía quemara carbón y petróleo para obtener energía.

De hecho, la búsqueda de planetas extrasolares ha comenzado ya. En el año 2006, la agencia espacial europea lanzó al espacio el primer satélite artificial, el satélite COROT, dedicado a la búsqueda de planetas extrasolares, en particular de planetas de tipo terrestre. En marzo de 2009, la NASA lanzó la misión Kepler, que pretende encontrar planetas alrededor de nada menos que 145.000 estrellas, y cuyos primeros resultados se espera se hagan públicos en la reunión científica de la asociación astronómica americana, que tendrá lugar el día 4 de enero de 2010. Será quizá un buen regalo de Reyes conocer si algún nuevo planeta descubierto puede ser llamado “Tierra 2”.
La continuación de ambas misiones espaciales, sin duda, acrecentará el número de planetas extrasolares ya conocidos y revelados hasta el momento por la misión COROT y por observaciones con instrumentos en la Tierra. Según la enciclopedia de planetas extrasolares, que puede consultarse por Internet (hoy, menos mal, tenemos enciclopedias para todo) el pasado 18 de diciembre este número sumaba la respetable cantidad de 415 planetas, 85 de ellos descubiertos en 2009, año que ostenta, por el momento, el record de descubrimientos. La mayoría de los planetas descubiertos son gigantes gaseosos, similares a nuestro Júpiter, o incluso mucho mayores en masa que él. La razón para ello no es que los planetas gigantes sean más abundantes que los planetas de menor tamaño, sino que son más fáciles de detectar que planetas tan pequeños como la Tierra.


PLANETAS ROCOSOS

Sin embargo, a pesar de las dificultades, la misión COROT ha descubierto ya planetas rocosos, clase de planetas a la que pertenece la Tierra. El más sorprendente de ellos, llamado Corot 7b, posee 1,7 veces el diámetro de nuestro planeta para una masa estimada de cinco veces la terrestre. Los cálculos otorgan así a Corot 7b una densidad de 5,6 gramos por centímetro cúbico, valor muy próximo a los 5,52 gramos por centímetro cúbico de la Tierra. Así pues, Corot 7b podría ser una Tierra 2 pero, lamentablemente, no es así. Corot 7b gira a una distancia de su estrella 23 veces menor que la distancia a la que gira Mercurio alrededor del Sol. Esto ha conducido a que, por efectos de marea similares a los de la Tierra con la Luna, Corot 7b muestre siempre la misma cara a su estrella. De este modo, y debido a la cercanía de su órbita, la temperatura de esa cara del planeta puede alcanzar los 2.000 ºC, mientras que la temperatura de la cara opuesta, siempre oscura, puede ser de 200ºC bajo cero. Es muy difícil, por tanto, que Corot 7b pueda albergar vida.

Pero no hay que desesperar. La misión COROT continúa su búsqueda de exoplanetas rocosos. La misión Kepler, sin duda, encontrará también nuevos planetas, algunos de los cuales pueden ser, como Corot 7b, similares al nuestro. Además, de aquí a 2016 se prevé el lanzamiento de cinco nuevas misiones espaciales que contarán con sofisticados sistemas de detección de última tecnología. Por esta razón, conviene estar preparados a la noticia de que se ha descubierto un planeta no muy lejano en el que es probable que exista vida tal y como la conocemos. Será, quizá, el descubrimiento del siglo.

Posted 4th January 2010 by Jorge Laborda